Wednesday, May 28, 2008

Historia no titulada

Jonás Aldrete era un hombre que adonde fuera el éxito lo acompañaba. Se sentaba en una taquería, por ejemplo, y encontraba con quien platicar; luego de unos minutos, alguien terminaba comprándole uno de los tantos productos que vendía. Así, no importaba dónde estuviera ni qué hiciera había algo en él que volvía exitosa la atmósfera, como si fuera un perfume venezolano, francés o de las islas Guadalupe.

Era tanta su forma de asociarse con el éxito que incluso tenía largas y verdaderas conversaciones con las prostitutas que le daban placer.

Ninguna computadora se le había inhibido, ni en el trabajo, ni en su casa, ni en un cibercafé. Nunca se le habían cortado las llamadas de celular, ni en los momentos clave de alguna negociación, ni cuando checaba su saldo. Las veces que el sistema se caía, Aldrete no necesitaba llamar por teléfono o dormía como bebé en su cama.

Se ahorraba las conversaciones aburridas porque la gente que charlaba con él tenía ganas de platicar sobre negocios o temas ultraentrenidos. Se ahorraba, también, la necesidad de conocer personas porque las mejores llegaban a él.

Entonces...

Jonás conoció al "Hombre Éxito", Víctor Triunfo, en la esquina oriente del Palacio de Cortés, en Cuernavaca. Triunfo había oído de Jonás por alguna prostituta de la Ciudad de México y decidió conocerlo.

Tras una interesante y entretenida conversación, Víctor –una vez que se había asegurado de que estaba frente a un igual– le dijo:

"El único lugar en el que puedes confirmar tu relación con el éxito es en Monterrey, al norte del país"

Y se despidió, alegre.

Así comenzaba una nueva y emocionante aventura para Jonás Aldrete.