Monday, October 05, 2009

23:19 pm

En el bar que está a una cuadra de mi casa entra un hombre entre los 40 años de edad. Lleva puesta una camisa Manchester blanca y unos dockers de pinzas, kakis. No se ha rasurado en tres días y ya se le puede ver más que la sombra en la quijada y la barbilla. Se sienta en la mesa 5 y Teresa lo atiende. El hombre pide un escocés sin hielo, dos onzas. Teresa le lleva el vaso, servido a la mitad, pero antes coloca un protector sobre la mesa de vidrio. Ichiro Sánchez se llama el hombre que tiene un vaso de whisky frente a él.

Pasan 42 minutos.

Ichiro permanece inmóvil.

Entra Ana de Sánchez al bar, lleva una gabardina ligera y ha dejado el paraguas en la entrada pues afuera llueve.

Ana: Estás bebiendo otra vez... No puedo creer que haya venido...
Ichiro: Ana –la sostiene del brazo–, por favor, no he tomado nada en tres meses. Por favor, siéntate. Vengo aquí todas las noches y pido la misma bebida y la misma medida, pero no la bebo, sólo la veo. Me relaja. Por favor, siéntate.

Ana se sienta. Ambos quedan en silencio por minutos. Ana saca de su bolso una foto y se la muestra a Ichiro.

Ichiro: ¿Es ella? ¿Es Natalia?
Ana: Sí...
Ichiro: Oh. ¡Es preciosa!
Ana: Sí, lo sé –sonríe–.
Ichiro: Y... sabe que existo...
Ana: Ichiro, por favor... ¿Por qué me citaste aquí, en un bar?
Ichiro: Aquí me siento bien, es el único lugar en el que me siento bien. Me gusta venir a pensar aquí, sobre mi vida, sobre mis errores, tú sabes...

Ana ve hacia la calle, indiferente.

Ana: Tus errores...

Suena el teléfono celular de Ichiro. Ana lo ve a los ojos, retándolo, pues no quiere que lo conteste. Ichiro la ve también y contesta el celular, mientras Ana decepcionada ve el vidrio de la mesa.

Ichiro: ¿Sí? ¿Qué.. lo encontraron... en dónde...? –Ichiro apunta una dirección en su servilleta– Gracias, Jorge... atraparemos a ese maldito –cuelga–.

Ana: Si te vas, no volverás a saber de ella, ni de mí... Pensé que habías cambiado en estos 10 años, pero sigues siendo el mismo egoísta de siempre.
Ichiro: Ana, por favor, debo hacer mi trabajo.
Ana: Ya te lo dije, si te vas... olvídanos para siempre.

Ichiro, toma la fotografía de Natalia y la guarda en la cartera que saca para dejar un billete de 50 pesos sobre la mesa. Con lágrimas en los ojos sale del bar. Ana sigue sentada cuando se acerca Teresa para ofrecerle café.

Ana: No, gracias, ya me voy.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home