Wednesday, March 18, 2009

Jonás y el vendedor de tacos

Eran las 10 a.m. y Jonás –recién llegado al norte– tenía ganas de desayunar un platillo típico de la región. En la esquina de Modesto Arreola con Zaragoza había un simpático puesto de tacos. Jonás decidió probar ahí:

Jonás: Hola, buen día, qué tiene para desayunar.
Taquero: (Algo contrariado) Tacos... de barbacoa, de maciza...
Jonás: Ah, oiga y le puedo hacer una pregunta (el taquero asiente). ¿La gente de por acá desayuna normalmente, tacos?
Taquero: ¿No es de aquí verdad? De volada le escuché el acento del sur...
Jonás: Soy de Cuernavaca.
Taquero: ¿Eso está cerca de México, qué no?
Jonás: A 45 minutos, una hora máximo.
Taquero: ¿Allá no comen tacos o qué?
Jonás: Sí, unos que se llaman Tacos Orientales, quién sabe por qué se llaman así, si ni siquiera son orientales, ni los dueños son orientales y no tienen nada de orientales.
Taquero: Ajá, como las quesadillas, que tampoco tienen queso.
Jonás: Sí tienen queso, pero va combinado con, por ejemplo, flor de calabaza o chales (chicharrón en salsa verde), o tinga de pollo, qué más... Ah, también hay de champiñones y de hongos (casahuate). Eso es lo que desayuna la gente de Cuernavaca cuando come fuera, eso o jugos, hay muchas juguerías.
Taquero: Acá no se estila eso. Acá, tacos, barbacoa, o en restoranes huevos con machaca, a la mexicana, estrellados, endiablados. Menudo también, pues por si se anda crudo. (El taquero continúa cortando la carne) ¿Va a pedir tacos o no?
Jonás: Ah, sí, cuatro de barbacoa.
Taquero: ¿Con todo?
Jonás: Sí.

Jonás saboreó, como un pequeño disfruta de un chocolate, los tacos de barbacoa aderezados con cilantro y cebolla picada y una salsa que le pareció que tenía tomate de fresadilla, más cilantro, más cebolla y chile. Le parecieron sumamente sabrosos.

Con el taquero platicó de muchas cosas, de lo bueno que sería vender jugos, de lo mejor que saben los jugos en la mañana en vez de una coca-cola. Jonás sentía ya que el calor de 34 grados en la ciudad de Monterrey le pesaba y le molestaba, sabía que la clave del éxito es la frescura y se admiraba de que el taquero fuera mucho más fresco que él a pesar de su caluroso uniforme. A Jonás se le ocurrió voltear a ver a la gente que iba a sus trabajos: casi todos ellos frescos. Qué extraño era eso para él; los transeúntes casi no sudaban, muchos llevaban gafas puestas y tenían el pelo muy corto y peinado con gel. Jonás podía oler el éxito que había en la ciudad y no podía entender cómo a él, justamente a él le pesaba la grasa de los tacos en su cuerpo y le pesaba el sudor en las axilas. Tal vez necesitaba un baño y un lugar donde poder descansar para sentirse fresco.

Jonás ahora fue en busca de un hotel para descansar y refrescarse, así podría seguir su camino al éxito en la ciudad de Monterrey.

2 Comments:

Blogger Jorge Saucedo said...

Pura belleza. ¿Ya leíste el nuevo post de El cascarazo?

3:59 PM  
Blogger Nimrod Rêveur said...

...Lo regio nadie te lo quita ¿verdad?
Kudos

11:47 PM  

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