Tuesday, April 08, 2008

San Irving (santo de los niños mineros)

San Irving guardaba paz y reposo más allá del último ejido de Morelos en una pequeña parroquia hecha con bloques de adobe. Se había hecho santo tras salvar milagrosamente a 27 niños mineros. Se le beatificó, se le canonizó y finalmente se le santificó. Y los niños siguieron trabajando para la compañía de carbón durante 10 años más o menos porque después murieron por el hollín en sus pulmones.

En su parroquia, el santo subía cada noche a ver una estrella en particular. Pensaba que si Dios era todo y estaba en todos lados era muy difícil verlo. Así que creyó que si veía un solo punto durante siete horas diarias por el resto de sus días tendría alguna oportunidad de poder apreciar el todo en un instante y en un solo lugar.

El santo era muy dedicado y guardaba en un diario de pasta roja sus experiencias, clasificadas en inspiradoras y sobresalientes.

Una noche, casi en la madrugada el santo no vio la estrella nunca más, sus manos dejaron caer el diario cuyas páginas se desprendieron con el viento de invierno y se confundieron con las flores blancas del casahuate.

Al día siguiente los mayates de color verde fosforescente lo encontraron sentado con los ojos cerrados. Con la boca abierta y sonriente.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home