En una red infinita
Marcos Acuña controlaba a la perfección su vida. Sabía donde estaba cada objeto en su casa y podía recorrerla incluso con los ojos cerrados. Su esposa Yesmin admiraba eso de él.
Un día cierto amigo de Marcos fue a visitarlo al negocio (Marcos tenía una tienda de abarrotes con una minicantina atrás) con el entusiasmo de quien va a caer muerto para las 5 am, y con la sospecha de una culpa posterior.
Tras veinte cervezas decidieron "ir a pasear"
En uno de los lugares por los que pasearon, Marcos platicaba intensamente con Dora, la mesera del lugar. Sonreían y ella veía como su comensal tomaba más y más cerveza.
Después Marcos la invitó a su casa y Dora aceptó. Su amigo le aconsejó que no lo hiciera.
Dos días más tarde, mientras el abarrotero lloraba desconsolado a los pies de la estatua de Manuel Ávila Camacho (lugar donde había besado por primera vez a Yesmin), un demonio llamado Asfódelo le ofreció volver el tiempo.
Y así fue.
Pero lo que Marcos no tenía contemplado (él no era ningún gran ciéntifico y no podía imaginar los resultados de su regreso en el tiempo) era que había perdido la memoria y actuó de la misma forma que la vez anterior y regresó de nuevo a cometer el mismo error por la eternidad.
Nadie lo echó de menos y el abarrotero nunca envejeció, pues permaneció encerrado a partir del momento en que su amigo llegó a la tienda al momento que aceptó volver el tiempo.
Un día cierto amigo de Marcos fue a visitarlo al negocio (Marcos tenía una tienda de abarrotes con una minicantina atrás) con el entusiasmo de quien va a caer muerto para las 5 am, y con la sospecha de una culpa posterior.
Tras veinte cervezas decidieron "ir a pasear"
En uno de los lugares por los que pasearon, Marcos platicaba intensamente con Dora, la mesera del lugar. Sonreían y ella veía como su comensal tomaba más y más cerveza.
Después Marcos la invitó a su casa y Dora aceptó. Su amigo le aconsejó que no lo hiciera.
Dos días más tarde, mientras el abarrotero lloraba desconsolado a los pies de la estatua de Manuel Ávila Camacho (lugar donde había besado por primera vez a Yesmin), un demonio llamado Asfódelo le ofreció volver el tiempo.
Y así fue.
Pero lo que Marcos no tenía contemplado (él no era ningún gran ciéntifico y no podía imaginar los resultados de su regreso en el tiempo) era que había perdido la memoria y actuó de la misma forma que la vez anterior y regresó de nuevo a cometer el mismo error por la eternidad.
Nadie lo echó de menos y el abarrotero nunca envejeció, pues permaneció encerrado a partir del momento en que su amigo llegó a la tienda al momento que aceptó volver el tiempo.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home