Friday, November 02, 2007

Urgencias

Según una teoría neopsicológica, el timbre de voz de las mujeres hace que los hombres no les pongan atención. Algo estúpido por cierto, pero significativo para la vida de Vidal Antunes.

Vidal nació con un problema de nacimiento: tenía una cuerda vocal de más. Así que cada vez que hablaba se escuchaba un sonido casi imperceptible e insoportable.

Sus padres lo corrieron de casa cuando llegó a la edad de 15 años y se convirtieron en personas felices. Vidal al principio tenía amigos, pero ninguno le duraba más de 3 meses (ese era más o menos el rango de tiempo en que una persona normal podía soportar ese sonido).

Tras salir de casa, el joven Antunes se hizo indigente en un hospital público. Se sentía útil porque barría todas las mañanas el pasillo de urgencias, además –después lo descubrió– lo tranquilizaba.

Una noche, cerca del Ángel de la Independencia, una joven que adoraba el negro se cayó de la bici y el golpe de su cráneo contra el asfalto la dejó inconsciente. María (ese era su nombre) fue llevada al hospital más cercano. La bajaron y la pusieron en una camilla de aluminio que pasó por donde Vidal barría en ese momento.

Antunes le llevaba el desayuno y la paseaba por todo el hospital.

Los doctores diagnosticaron pérdida parcial del oído. María era probablemente el único ser humano que podía oir casi todo, excepto la tercera cuerda vocal de Vidal.

Se casaron en el pasillo, María se hizo conserge del hospital y Vidal continuó siendo un indigente respetado, pues mantenía el pasillo de urgencias siempre limpio y reluciente.

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