Friday, February 08, 2008

4 amigos

Cuatro amigos –John (montacargas), Bob (cantinero), Salomon (minero) y Andrew (botarga de un enorme pollo llamado The big kahuna chicken)– se juntaban en la cantina de Bob a jugar dominó cada jueves de la semana. Todos platicaban de cómo les iba en la semana y eso parecía entretenerlos.
Bob: Hola, John, ¿cómo te fue hoy en el trabajo?
John: Bien, Bob, levanté 30 toneladas totales y 189 durante la semana.
Andrew: Muy bien, John, muy bien.
Bob: ¿A ti cómo te fue Andy?
Andrew: Muy bien, Bob, muy bien. Ya sabes que el calor es duro en esta época del año, y más dentro de mi uniforme. Pero me fue bien, los niños me tumbaron dos veces hoy, fue divertido. Esos pequeños diablillos seguro subirán a internet ambas caídas.
Salomon: ¿Cómo es eso Andrew?
Andrew: Hay un lugar en Internet, llamado youtube, donde las personas pueden subir videos caseros. Yo salgo en un par de ellos, y seguramente saldré en otro par.
Salomon: No sé cómo lo disfrutas, Andy. Esos chicos se burlan de ti.
Bob: Así es, Andy, eres la burla de todos ellos, no te tienen respeto.
Andrew: No. No le tienen respeto a The big Kahuna chicken.
Bob: Cómo sea... Sal, ¿qué tal tu día?
Salomon: Bien, amigos, bien.
Y Sal arrojó un suspiro lento como las locomotoras. Andrew, Bob y John, se vieron a los ojos.
Bob: ¿Qué pasa Sal?
Salomon: Conocí a una mujer en la carnicería de Charlie –Sal tenía muchas ganas de contar su historia–, compraba carne molida y preguntaba por las costillas que son las que más me gustan de esa carnicería. Así que comencé a hablar de las costillas preparadas a las brasas, al ajillo, a la bbq, hervidas con verduras, estilo suizo...
Bob: Está bien Sal, está bien, ya entendimos. ¿Qué pasó después?
Sal: Ella tenía tenía la boca tan abierta como el lago Colorado y los ojos claros claros como sus aguas... Luego platicamos un poco de esto y aquello, le conté de la mina, de cómo lo paso mal allá abajo, de mi tos en las madrugadas y la medicina casera de mamá que me tranquiliza, y ella seguía escuchando.
Andrew: Y luego qué pasó, Sal, dinos.
Sal: Yo seguía hablando y ella escuchaba atenta, y después me di cuenta de que habíamos salido de la carnicería sin pagar y que estaba en el porche de la casa de esa hermosa mujer que no dejaba de escucharme. Yo le hablé de nuestros días juntos, amigos, de cuando Andy decidió ser el pollo de felpa, de nuestros días en la preparatoria Highlands, de ti Bob, tu liderazgo, tu control sobre ti, de tu quietud. De los atardeceres que pásabamos luchando grecorromano, John, de cómo eres capaz de levantar un venado con tus brazos, de mi madre que me educó sola, de todo, amigos, le hablé de todo.
Bob: ¿Sal, Sal, qué pasó después?
Sal: Después seguí hablando mientras ella me escuchaba, a veces cerraba los ojos, pero me escuchaba. Luego me quedé callado un rato. Ella me ofreció un cigarrillo y yo lo acepté, cuando acabé me puse la ropa y salí de su casa prometiéndole que volvería a verla. Ah, fue un día tan feliz, amigos, el mejor de mi vida.
Hubo un largo silencio. Sal era el único de todos ellos que odiaba su trabajo, que de hecho lo veía como un trabajo. Sin embargo finalmente a sus 45 años había encontrado la felicidad, esa cosa que todos ahí creían tener.

2 Comments:

Blogger Jorge Saucedo said...

Eres mi maestro, Caeiro!

2:21 PM  
Blogger Unknown said...

Te la bañas de bueno.
besote!
Corza

2:03 PM  

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