Monday, November 28, 2005

Finding Monelle

Hay un tipo de mujer (sobre todo para los artistas) que es un acertijo: En los momentos en que uno se halla solitario por el abandono de un viejo amor, o por un despiste poético, alguien sale de la niebla blanca... Una mujer que es tan pequeña como una niña, y tan sabia y madura como la manzana que comemos del frutero, nos da la mano y nos envuelve en su tibio cuerpo. Alguien te saca, sólo te saca porque no vuelves a verla nunca.

En la India se le llama Mohini
Julio Cortázar la nombra Maga
Schwob: Monelle (Marcel Schwob inmortaliza a esta joven y le da los nombres de Sonia por Crimen y Castigo, Ana por la amante de Napoleón, y otras que ahora no recuerdo).

Hace bastante tiempo me encontré a un indigente que usa falda escocesa. Me acerqué para darle media bolsa de bolillos (solía comprar pan en la "La espiga"), y de paso saber un poco de su vida. Supe de su boca que era escocés (aunque su acento parecía más bien del norte de México), y que había conocido a una marinera en el puerto de Edimburgo, hija de piratas del sur de Inglaterra. Se enamoró tras conocerla y pasar una noche entera en las piernas del bosque. Luego ella desapareció. En lugar de esperarla en el puerto, como hacían muchas campesinas que también se enamoraban de los marineros, él decidió buscarla por todo el atlántico hasta que llegó a México. Creyó que se trataba de las usuales chanzas del destino y comenzó caminar con esperanza de encontrarla. Cuando lo conocí, calculó quince años de búsqueda. Pensé que le haría falta una Monelle y le regalé el libro que comienza más o menos así:

Monelle me encontró en la llanura cuando yo andaba errante y me dijo:
—So yo, y no soy yo.— Después me habló de las pequeñas rameras.


Luego me enteré por un cantinero que en realidad el indigente era de Monterrey y llegó a la ciudad para, en efecto, casarse con una joven que había conocido en los bailes de danzón que se realizan todos los domingos en el centro de la ciudad norteña y que cuando llegó a esta primavera eterna ciudad, ella ya estaba casada. Comenzó a beber y luego se volvió loco.
Lo de la falda es porque (según me dijo el cantinero) la joven se fue a vivir a Esocia con su marido y puso un restaurante de comida mexicana. Ahora les va muy bien y contrantan gente de por acá.

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